El Gran Circo Feijoo
Decía don Vicente Risco: “El circo viene y se va. No se para con nadie, es como el tiempo y el viento”.
Hablar de la saga Feijoo en Ourense es hablar del circo, de sacrificio y de pasión. Don Secundino, doña Francisca, Silveria, Manuel Feijoo-Salas, el padre Silva y una larga lista de familiares, que aún hoy en día continúan dentro del mundillo (aprovecho para felicitar a mi amigo Jesús Silva, “Suso Clown”, por el enorme y merecido éxito que año tras año cosecha con su espectacular y terrorífico “Circo de los Horrores”), fueron y son unos de los mejores embajadores que podíamos tener en Ourense. El año 1870 nace en Vilanova dos Infantes (Celanova) Secundino Feijóo Méndez, y con él se abre una página de la historia del circo, no solo de Ourense, sino a nivel mundial.No pude averiguar a que edad se puso a trabajar, pero desde luego muy joven. Comenzó como músico en el circo "Fasy", posteriormente montó un número de toros amaestrados, con el que, acompañado por su mujer Francisca Salas Cerdán, recorrió Europa. En estos tiempos el circo era poco más que una barraca y antiguas lonas, pero don Secundino no había de tardar en tener su gran “Chapiteau”.
A los veinte años, y ya con gran experiencia en el mundo del circo, decide montar su propio espectáculo, y con más ilusión que medios se lanza a recorrer todo el país; le acompañan en esa aventura muchos vecinos. En la trayectoria de la empresa fueron incontables los ourensanos en nómina, y esa fue una de las causas de sus habituales visitas a la ciudad. Muchos de ellos eran músicos, que no tenían remilgos para colaborar en el montaje de las carpas o echar una mano donde fuera necesario. (Bajo la carpa circense era habitual escuchar carallos y demás lindezas, de eso se encargaban los de Toén, Alongos y Sobrado; de estos últimos -alguno "conocido" por mi familia "política"-, el admirado Manuel Rego Nieto, fruto de su cariño por las gentes de San Pedro de Moreiras, nos dice en sus escritos que todo el elenco de trabajadores del circo eran de ese lugar, y puede que hubieran sido mayoría en algún momento, pero no podemos olvidar a todos los músicos de Alongos.)
La llegada del “Feijoo” no pasaba desapercibida, sus carromatos engalanados, alguna de las fieras y la casi totalidad de la troupe circense desfilaban por la calle del Progreso y Paseo anunciando su llegada. Este desfile, que en todas las ciudades tenía gran impacto, en la nuestra tenía el añadido de poder ver a ese tío, hermano, padre, etc., que regresaba a descansar al finalizar la temporada, o hacer una breve visita en medio de esta (al menos en las fiestas de la ciudad Don Secundino procuraba no fallar).
Los emplazamientos de la carpa fueron variados, aunque lo habitual era verlos en la Alameda, según nos cuenta don Anselmo López Moráis; los primeros años el emplazamiento fue otro: “En el solar de la actual casa de Felipe Santiago en el Paseo (donde hasta hace poco estaba "La Región"), Secundino Feijóo montó su primer circo en el que figuraba un número de toros amaestrados" (alguna fuente sustituye los toros por vacas, cuatro para ser exactos, que bailaban al son de una gaita; al final serían bueyes). En aquella Alameda en fiestas cabía todo, allí se acurrucaban junto al tiovivo y el carrusel, la gran carpa del "Feijoo", al lado de un barracón ocupado polo Barriga Verde, el “humilde” juego de Simón de los Botes, el increíble “Traga cuchillas”, la Churrería de Anuncia y Genaro y, cómo no, los fotógrafos minuteros de la ciudad Mazaira, Sanjurjo…
Decía don Vicente Risco: “El circo viene y se va. No se para con nadie, es como el tiempo y el viento”.
No quiero terminar el articulo sin recomendaros la lectura del libro de Manuel Rego Nieto "Historia dun circo" (1997), y el publicado en 1992 "Os homes do circo (aqueles ourensáns)", así como muchos de los artículos que don Manuel ha escrito sobre la saga de los Feijóo en este mismo diario.
A los veinte años, y ya con gran experiencia en el mundo del circo, decide montar su propio espectáculo, y con más ilusión que medios se lanza a recorrer todo el país; le acompañan en esa aventura muchos vecinos. En la trayectoria de la empresa fueron incontables los ourensanos en nómina, y esa fue una de las causas de sus habituales visitas a la ciudad. Muchos de ellos eran músicos, que no tenían remilgos para colaborar en el montaje de las carpas o echar una mano donde fuera necesario. (Bajo la carpa circense era habitual escuchar carallos y demás lindezas, de eso se encargaban los de Toén, Alongos y Sobrado; de estos últimos -alguno "conocido" por mi familia "política"-, el admirado Manuel Rego Nieto, fruto de su cariño por las gentes de San Pedro de Moreiras, nos dice en sus escritos que todo el elenco de trabajadores del circo eran de ese lugar, y puede que hubieran sido mayoría en algún momento, pero no podemos olvidar a todos los músicos de Alongos.)
La llegada del “Feijoo” no pasaba desapercibida, sus carromatos engalanados, alguna de las fieras y la casi totalidad de la troupe circense desfilaban por la calle del Progreso y Paseo anunciando su llegada. Este desfile, que en todas las ciudades tenía gran impacto, en la nuestra tenía el añadido de poder ver a ese tío, hermano, padre, etc., que regresaba a descansar al finalizar la temporada, o hacer una breve visita en medio de esta (al menos en las fiestas de la ciudad Don Secundino procuraba no fallar).
Los emplazamientos de la carpa fueron variados, aunque lo habitual era verlos en la Alameda, según nos cuenta don Anselmo López Moráis; los primeros años el emplazamiento fue otro: “En el solar de la actual casa de Felipe Santiago en el Paseo (donde hasta hace poco estaba "La Región"), Secundino Feijóo montó su primer circo en el que figuraba un número de toros amaestrados" (alguna fuente sustituye los toros por vacas, cuatro para ser exactos, que bailaban al son de una gaita; al final serían bueyes). En aquella Alameda en fiestas cabía todo, allí se acurrucaban junto al tiovivo y el carrusel, la gran carpa del "Feijoo", al lado de un barracón ocupado polo Barriga Verde, el “humilde” juego de Simón de los Botes, el increíble “Traga cuchillas”, la Churrería de Anuncia y Genaro y, cómo no, los fotógrafos minuteros de la ciudad Mazaira, Sanjurjo…
Decía don Vicente Risco: “El circo viene y se va. No se para con nadie, es como el tiempo y el viento”.
No quiero terminar el articulo sin recomendaros la lectura del libro de Manuel Rego Nieto "Historia dun circo" (1997), y el publicado en 1992 "Os homes do circo (aqueles ourensáns)", así como muchos de los artículos que don Manuel ha escrito sobre la saga de los Feijóo en este mismo diario.
CARTEL DE LA BIBLIOTECA NACIONAL DE ESPAÑA
necesito ponerme en contacto con alguien de la familia feijo pues tengo una carta de manuel feijo escrita en plena guerra
ResponderEliminarPuede contactarme alcorreo; info@albagrupo.com
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