Llega diciembre y el Price acude puntual a su cita con las Navidades. Este año ¿Quieres circo? Price en Navidad tiene la precisión y la musicalidad de un carillón en movimiento.
Será porque vienen rusos voladores, maestros japoneses del diábolo, malabaristas que viven en un mundo al revés o campeones de la difícil disciplina de la cama elástica. Será porque vuelve la siempre aclamada Orquesta del Price. O será, en definitiva, porque en la pista de este espacio único en Madrid se ha formado una suma de talentos internacionales, reconocidos en todo el planeta, con una sola misión: sacarnos a todos durante un rato la sonrisa, la ilusión y las ganas de mirar arriba.
Porque el circo es el espectáculo que se mueve en todos los niveles y en todas las direcciones: el trapecio sobre nuestras cabezas, la valiente soledad del clown excéntrico, ahí abajo, en el centro del círculo; o el cable que atraviesa la arena y sobre el que hace equilibrios un dúo de funambulistas.
Ir al circo, solo o acompañado, con o sin niños, significa inevitablemente redescubrirlo, puesto que es un género que se alimenta de la sorpresa, de la adrenalina y del “más difícil todavía”; sin estos elementos no hay vida, no prende la chispa del espectáculo.
Y, es que el género circense, al igual que se mueve en todas direcciones, también tiene todas las intenciones: tan fácil es reírse a carcajadas como taparse los ojos por temor a un triple salto mortal, como de repente conmoverse ante una bella imagen provocada por lo inesperado. Una combinación perfecta de muchos años de tradición –quién mejor para atestiguarlo que la troupe china Hebei, que visita el Price este año, provenientes de una región en la que los ejercicios acrobáticos tienen una historia milenaria- y moderna puesta en escena, bajo la dirección artística de Leandre Ribera, en la que la escenografía o la música en directo se cuidan hasta el último detalle, y donde se busca el guiño cómplice con el espectador actual.
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